Hablemos de I+D

Elena Muñoz, neuropsicóloga de la UOC: «Tenemos que divulgar nuestras investigaciones para que se comprenda por qué investigamos»

Coordinadora del grupo de investigación de la UOC Cognitive NeuroLab

¿Cuál ha sido tu trayectoria académica?

Comencé mi formación estudiando psicología en la Universidad Complutense de Madrid y me di cuenta de que las asignaturas que más me gustaban y en las que me sentía más cómoda estaban relacionadas con psicobiología, neurociencia y, en especial, neuropsicología. En la época en que estudié la licenciatura existía una especialidad que estaba orientada a hacer investigación y en la que se estudiaban los procesos cognitivos básicos desde el punto de vista de su funcionamiento normal, y me decidí por ella. Desde que estudiaba la carrera tuve claro que quería realizar investigación en neurociencia y, concretamente, en neuropsicología. Al terminar la carrera, hice el máster de Neuropsicología a la vez que cursaba los estudios de doctorado. En el 2004, terminé el máster y la tesis y trabajé en distintos centros de daño cerebral como neuropsicóloga, tanto en centros de pacientes con daño cerebral adquirido, como con enfermedades neurodegenerativas —demencias, principalmente—, a la vez que impartía clase en la universidad. Estuve en varias universidades, hasta que en el 2007 opté por la UOC.

¿En qué consiste la neuropsicología?

El principal objetivo de la neuropsicología es el estudio de la relación entre el cerebro, la condición y la conducta. Los neuropsicólogos nos dedicamos a estudiar los procesos cognitivos como la atención, la memoria y la percepción, las denominadas funciones ejecutivas. Estudiamos su funcionamiento normal en personas sanas, pero también estudiamos cómo estas funciones pueden alterarse debido a un daño cerebral, ya sea estructural, porque se ha sufrido un traumatismo craneoencefálico, un ictus o un accidente cerebrovascular, o funcional, en patologías que no conllevan una estructura dañada del cerebro, pero en las que este órgano no funciona correctamente. Los neuropsicólogos nos centramos en estudiar qué es lo que está ocurriendo y qué podemos hacer para rehabilitar lo que no funciona. Hay una parte más de investigación básica y otra más aplicada o clínica.

¿Cuáles han sido tus referentes personales e institucionales en tu especialidad?

Dedicándome ya a la neuropsicología, tanto de investigación como clínica, descubrí por casualidad las técnicas de estimulación cerebral no invasiva, porque fui a una conferencia de uno de los máximos expertos sobre el lóbulo prefrontal y sus funciones, Elkhonon Goldberg. Junto con él había otro conferenciante, el doctor Álvaro Pascual Leone, a quien no conocía y que es el referente en técnicas de estimulación cerebral no invasiva. A partir de entonces centré mi investigación en el uso de estas técnicas, tanto en el estudio del funcionamiento normal del cerebro, como en su potencial en la rehabilitación de los procesos cognitivos alterados en pacientes con daño cerebral. Con respecto a centros de especial importancia en el uso de estas técnicas, destacaría el que dirige Pascual Leone, de referencia a nivel internacional, el Berenson-Allen Center for Noninvasive Brain Stimulation, de la Universidad Harvard. Tuve la suerte de estar allí cinco meses formándome en profundidad en las técnicas y fue una experiencia increíble por todo lo que eso conlleva: compartir con investigadores sobre los que has leído en profundidad o acercarme a conocimientos de los últimos avances de las técnicas. Aunque no tengan esta relevancia, hay otros centros muy interesantes para llevar a cabo experiencias muy enriquecedoras, porque al final compruebas cómo se investiga tu ámbito en otros entornos, con otras normativas, otros recursos y otras infraestructuras, y, sobre todo, estableces con otros investigadores de todo el mundo una relación de intercambio de conocimientos que es enriquecedora para todos. Todo investigador debe tener esta relación internacional.

Diriges un máster de Neuropsicología. ¿Cuál es su objetivo?

Está dirigido a psicólogos y médicos, pero fundamentalmente a psicólogos. La mayor parte de los neuropsicólogos lo son de formación de base, pero también tenemos entre nuestros estudiantes a bastantes neurólogos, que pensamos que tienen la motivación de que están realizando ya su labor profesional en hospitales, en servicios de neurología, y que creen que esta formación en los procesos cognitivos, en la relación entre el cerebro y el funcionamiento cognitivo, les puede enriquecer en su trabajo. El máster desde el punto de vista formativo tiene dos vertientes, porque existe un itinerario profesionalizador y otro de investigación. La mayor parte de nuestros estudiantes realizan el itinerario profesionalizador, pero muchos otros cursan la doble especialización, porque resulta difícil separar una de otra. Hacer clínica sin hacer investigación, o investigación sin hacer clínica, es complicado en un área como la nuestra. La neuropsicología tiene interés clínico, pero la formación está principalmente encaminada a que los estudiantes adquieran los conocimientos y las competencias necesarias para poder entender el funcionamiento del cerebro, su influencia en los procesos cognitivos o cómo estos funcionan, qué alteraciones se producen y por qué, y cómo se puede rehabilitar, diseñando programas de rehabilitación eficaces que mejoren los procesos cognitivos de los pacientes y su calidad de vida.

¿Qué libro divulgativo de neuropsicología nos recomiendas?

Dentro de la neuropsicología, creo que no hay ningún neuropsicólogo en el mundo que no conozca a Oliver Sacks, cualquiera de sus obras es un acierto seguro. Su publicación más famosa es El hombre que confundió a su mujer con un sombrero. En este libro se exponen de manera muy amena y divulgativa casos de la neuropsicología que son especialmente curiosos. Justo ahora, en la misma línea, se ha publicado un libro de José Ramón Peña, director del laboratorio de plasticidad neuronal y neurorreparación del Instituto de Neurociencia de Castilla y León: Un esquimal en Nueva York y otras historias de neurociencia.

El 11 de febrero ha sido el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. ¿Has tenido más dificultades profesionales por ser mujer?

La carrera de investigadora en general es difícil para todos y es probable que siendo mujer te encuentres con más dificultades. En mi caso, las dificultades han existido, pero no han sido excesivas, o por lo menos no han conseguido frenarme. También es gracias en parte a que he tenido, a lo largo de mi trayectoria profesional, la suerte de contar con grandes mujeres mentoras, empezando por mi madre, que es investigadora y docente, o mi directora de tesis. Aquí en la UOC la verdad es que tengo la suerte de contar con grandes profesionales femeninas de muy alto nivel en investigación, y en docencia también, y en el laboratorio que dirijo, el Cognitive NeuroLab, también tenemos a mujeres de gran valía. En muchas ocasiones siendo mujer tienes que demostrar el doble que un hombre para llegar al mismo sitio, pero creo que no se me ha dado tan mal.

¿En qué momento decidiste dedicarte a la investigación?

No hay un momento específico en el que dices «me voy a dedicar a la investigación». Es algo que va sucediendo. He tenido la suerte de que desde pequeña mis padres me han inculcado la pasión por el conocimiento y esta base ha sido muy sólida. A partir de ahí, te vas encontrando con gente que te va motivando, y a mi desde que estudiaba la carrera ya me llamaba mucho la atención la investigación. Siempre me ha gustado mucho aprender y sigo en esta misma línea. Creo que no se acaba nunca, puedes aprender eternamente. Cuando te das cuenta de que «mi carrera va a ser dedicarme a la investigación» es cuando estás en las fases finales de la tesis. He tenido suerte, pero también he trabajado muy duro, con mucho esfuerzo, con mucha perseverancia y sin dejarlo en ningún momento, para poder dedicarme a la investigación, con becas de investigación predoctoral y colaborando en centros de investigación y en la universidad.

¿Qué piensas sobre el papel de la divulgación en la investigación?

Es fundamental para que la sociedad entienda qué estamos haciendo en ciencia, por qué lo estamos haciendo y cuáles son sus beneficios. Muchas veces los investigadores nos olvidamos del día a día. Vas a foros científicos, en los que expones de forma muy técnica la investigación que llevas a cabo, porque así resulta más interesante. Sin embargo, en muchas ocasiones nos olvidamos de divulgarla de forma amena, sencilla y que sea comprensible para todo el mundo, para que la sociedad sea consciente de los beneficios que tiene. Hay veces en que es más fácil entenderlo, cuando se trata de investigación aplicada, y en otras ocasiones es más complicado, cuando se realiza investigación básica. Debemos dar a conocer las repercusiones futuras a corto, medio y largo plazo que tiene la investigación que llevamos a cabo.