La investigadora de la UOC obtiene la prestigiosa financiación Starting Grant del European Research Council
¿Cuál es tu formación académica?
Soy filóloga de formación, e hice una tesis más bien clásica sobre recepción, literatura, etc., pero la evolución que he tenido desde mi época posdoctoral no ha seguido el camino habitual, como sí lo han seguido mis compañeros filólogos que trabajan en editoriales o como profesores de secundaria.
Durante el último año de la tesis empecé a relacionarme con historiadores y sociólogos, y mi investigación desde entonces tiene un punto de vista muy sociológico, porque me interesa mucho ver cómo circulan los libros y los condicionantes económicos, políticos, sociales y culturales que influyen en esta circulación, así como el papel de los agentes que pueden intervenir: traductores, editores, ferias de libros, institutos nacionales…
¿Cuáles son los ámbitos de trabajo de tu grupo de investigación?
El trabajo de mi grupo de investigación tiene que ver con combinar el análisis cuantitativo y el cualitativo, porque forma parte de mi trayectoria (soy filóloga y tengo un conocimiento muy riguroso del análisis de textos y objetos históricos), con toda la parte que desarrollé después con la experiencia en análisis cuantitativo, visualizaciones y análisis de redes. La gente que trabaja conmigo combina dos perspectivas: la perspectiva fuerte sociológica y la transnacional o global, desde la que hemos analizado la circulación de libros. De ahí el origen del grupo de investigación que coordino, que se llama GlobaLS y que justamente tiene esta ambición: analizar procesos culturales transnacionales con una óptica global y desde arriba, procesos que pueden tener que ver con la circulación de libros, las traducciones, las novelas, los ecosistemas literarios…
Uno de tus principales proyectos es MapModern. ¿Cuál es el objetivo del proyecto?
Este proyecto tiene la ambición de combinar el análisis cuantitativo con el cualitativo y romper con la idea de que hay centros innovadores y periferias imitativas y con la costumbre de considerar que la modernidad de la primera mitad del siglo xx se dio sobre todo en los ámbitos francófono, germánico y angloamericano. Por la bibliografía que ya existía, había casos que demostraban que en el ámbito hispánico, peninsular y latinoamericano no era así y que había agentes (intelectuales, escritores, traductores que, además, desempeñan diversidad de roles en sus vidas porque desarrollan otras profesiones) que habían tenido un papel fundamental en la creación de esta modernidad.
Analizar cuál había sido el impacto, el papel real de los agentes iberoamericanos,nos podía permitir cuestionar, matizar esta hipótesis de que la modernidad ha pasado por algunos centros -París, el más conocido- y no por otros canales -Barcelona, Madrid, Buenos Aires y ciudades más pequeñas como Puno-.
La discusión centro-periferia puede ser muy larga, pero ahora podemos decir realmente si unos fueron periferia o no lo fueron tanto, y lo podemos demostrar empíricamente. Y lo podemos hacer a gran escala y con muchos datos.
¿Qué representa la financiación que has conseguido del Consejo Europeo de Investigación (ERC)?
El proyecto MapModern del Ministerio fue como una pequeña semilla, fue un laboratorio en el que yo ya tenía en mente la idea del proyecto del ERC y, por tanto, lo que quería era probar metodológicamente cómo podíamos proceder, ver cuál era el foco en el que me tenía que centrar para analizar todas estas conexiones. El Ministerio me dio esta financiación. Después, gracias a un proyecto del BBVA que se llama «Traducción y mercado», también centrado entre 1900 y 1945, con la empresa 300.000 km de Barcelona y su director, Pablo Martínez, estuvimos haciendo experimentos en el sentido de ver cuantitativamente cuántos libros se habían publicado en la España de aquella época.
Y, por tanto, tener esta gran fotografía te permite tirar del hilo y afinar en casos concretos. El proyecto del ERC tira de estos dos hilos y amplía geográficamente el análisis, porque ahora trabajamos tanto en el ámbito hispánico (España y Latinoamérica) como en el ámbito de la lusofonía (Portugal y Brasil). A pesar de estar tan cerca de este ámbito, vivimos de espaldas a él y no tenemos un conocimiento tan profundo como quisiéramos, y está claro que hay muchas conexiones entre unos y otros. Por lo tanto, intentamos abarcar un espacio geográfico más amplio y también un espacio temporal mayor. En este caso, en el proyecto del ERC, los referentes son 1898, la pérdida de las colonias, y 1959, la revolución cubana.
Entramos en cuatro focos principales: el primero es analizar las redes de todos estos agentes iberoamericanos por medio de organizaciones internacionales, como la antigua UNESCO. El segundo son traducciones de revistas; hay un gran vacío en los estudios de traducción. Tenemos bastante información sobre libros publicados en formato de libro, traducciones publicadas, pero no sobre las traducciones de las revistas. Hemos intentado buscar metodologías que nos permitan analizar a gran escala todas estas revistas. El otro foco son las mujeres iberoamericanas. Porque si antes decía que el ámbito hispánico iberoamericano se ha considerado la periferia, y nosotros queremos romper con esta idea, pues las mujeres iberoamericanas son la periferia de la periferia. Y por lo tanto es el momento de visibilizar el trabajo de todas estas mujeres. La fundadora de la asociación argentina Amigos del Arte fue Elena Sansinena de Elizalde, una mujer excepcional que llevó al Buenos Aires de entreguerras a Marinetti, Waldo Frank, Keyserling, Le Corbusier, conferenciantes y exposiciones de arte de lo que era lo mejor de toda su época. Y el último es el papel de todos estos agentes iberoamericanos en nuevos medios de comunicación. En aquella época eran, evidentemente, el cine y la radio.
Queremos buscar aquellos críticos cinematográficos que participaban en estas revistas que ya conoceremos, aquellos agentes que organizaron cineclubs donde se proyectaron las películas Un perro andaluz del Luis Buñuel, las de más vanguardia, pero no sólo de vanguardia, sino también las más comerciales de la época.
¿La falta de digitalización de según qué referencias no será un handicap?
Se ha digitalizado mucho, pero el problema principal que tenemos en que lo que se ha digitalizado no siempre se ha hecho para generar conocimiento científico. Por ejemplo, Google Books ha digitalizado millones y millones de libros, pero solo lo podemos consultar. Lo que está digitalizado está hecho con parámetros diferentes y es difícil de homogeneizar o de comparar.
¿Cómo podemos defender que hacer investigación en humanidades es una actividad científica?
Por un lado, los investigadores y las investigadoras que trabajamos en humanidades seguramente también tenemos que hacer un esfuerzo para explicar mejor lo que hacemos y para establecer diálogos que puedan ser más ricos desde el punto de vista interdisciplinario. Evidentemente, no quiero decir que cada uno no trabaje en sus disciplinas, y está bien que existan, pero quizás es un momento en el que la sociedad pide que se dé este diálogo tanto entre los diferentes investigadores de diferentes disciplinas como con la ciudadanía. Entonces, por nuestra parte seguramente tiene que haber un esfuerzo de diseminación hacia la sociedad y también una colaboración más estrecha, más importante, entre los investigadores de otras disciplinas.
Nosotros no analizamos o hacemos investigación sobre vacunas, o sobre el genoma humano, o sobre astrofísica, no descubrimos nuevos planetas ni nuevas estrellas, pero en cambio favorecemos que la sociedad o nuestra comunidad sea una comunidad con un pensamiento más crítico, sea más tolerante por medio de la cultura.
Favorecemos nuevos valores, contribuimos a la educación y aportamos un tipo de investigación que para mí tiene una importancia central. La investigación que nosotros hacemos creo que tiene un impacto social también importante. El hecho de aportar nuevos datos sobre conocimiento que no tenemos contribuye a reducir el knowledge divide. Eso quiere decir que, en países que no tienen tantos recursos para reservar su patrimonio cultural, ponemos nuestro granito de arena para que pueda ser posible.
Desde este punto de vista, creo que la investigación que hacemos es científica. Así mismo, es muy importante porque es una investigación que intentamos que sea muy rigurosa y sistematizada, y, además, en nuestro caso también tiene este elemento interdisciplinario en el que dialogamos mucho con las llamadas «ciencias duras», ya que hablamos con físicos, con científicos digitales que también colaboran en el proyecto y con diferentes agentes que trabajan en diferentes disciplinas a priori muy alejadas de las nuestras.
¿Qué recomendaciones nos puedes hacer para entender mejor algunos aspectos de tu investigación?
La película Stefan Zweig: Adiós a Europa, que, aunque creo que cinematográficamente tiene algunas deficiencias, explica muy bien el contexto de mi investigación. Es la historia de Stephen Zweig, escritor, sobre su huida del nazismo hacia Latinoamérica, donde se encuentra, en Argentina, con Victoria Ocampo, otra de estas mujeres importantes. Ocampo es mucho más conocida que Elena Sansinena de Elizalde, la que mencionaba antes, pero algunas de las facetas de su vida han quedado un poco en el olvido y nosotros las queremos visibilizar.
Os puedo recomendar dos libros. Uno se llama Macroanalysis: digital methods and literary history, de un investigador estadounidense que se llama Matthew L. Jockers, que es científico de datos e informático y uno de los padres del uso de los macrodatos aplicados a objetos literarios, históricos, etc. Después hay otro libro que puede que tenga un interés más general para otros investigadores que no sean estrictamente de humanidades, que se llama Knowledge machines: digital transformations of the sciences and humanities, publicado en 2015, que analiza las transformaciones digitales en las ciencias sociales, las ciencias sociales y las humanidades; los autores son Ralph Schroeder y Eric T. Meyer, que trabajan en el Oxford Internet Institute, en la Universidad de Oxford. Es un libro que está muy bien.
El proyecto de Diana Roig-Sainz ha recibido fondos del Consejo Europeo de Investigación (ERC) del programa de investigación e innovación Horizon 2020 de la Unión Europea (acuerdo de subvención nº 803860).