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Milagros Sáinz, investigadora de Género y TIC: «La sociedad aún cuestiona la competencia tecnológica de las mujeres»

UOC R&I Talk

Entre finales de febrero y principios de marzo ‒siendo el día 8 el Día Internacional de la Mujer‒, Milagros Sáinz, investigadora principal del grupo de Género y TIC (GENTIC) del Internet Interdisciplinary Institute (IN3) de la UOC, ha participado en diferentes espacios informativos, como Els Matins de TV3 o Vespre a La 2, para analizar la brecha de género en ámbitos como la tecnología. Todo ello con motivo de su presencia en el World Mobile Congress en la presentación de la investigación financiada por la Comisión Europea en la que, junto a algunos integrantes del grupo de investigación, está colaborando con la consultora I-Claves en el desarrollo de un estudio sobre la brecha digital de género. Sáinz también participó en una rueda de prensa para detallar algunos de los resultados de un estudio longitudinal, financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad, que explica el menor interés de las mujeres por carreras técnicas, en la cual la UOC y la UPC presentaron un vídeo para alertar sobre la falta de mujeres en el campo de la informática.

Entrevistamos a Sáinz, experta en investigar los aspectos motivacionales y psicosociales que explican la segregación vocacional de las chicas y de los chicos desde la educación secundaria. Sus líneas de investigación giran en torno al desarrollo de los estereotipos de género durante la infancia y la adolescencia y la influencia del proceso de socialización en la elección de estudios, así como el estudio de los diversos condicionantes de la brecha digital de género. También está especializada en el uso de metodologías cuantitativas y cualitativas de investigación social.

¿Podrías explicar brevemente tu formación y especialización como investigadora?

Soy licenciada en Psicología por la Universidad de Salamanca y me he especializado en Psicología Social. Hice mi doctorado en Madrid en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y, a finales de 2006, cuando lo terminé, se me ofreció la oportunidad de trabajar en el IN3 como investigadora. Desde entonces me he especializado en el estudio de la influencia de los roles y los estereotipos de género en la elección de estudios de chicos y chicas, sobre todo en lo que se refiere a las STEM ‒siglas en inglés de science, technology, engineering y mathematics‒. También trato de analizar la brecha de género en otros ámbitos como son las humanidades, las ciencias sociales o las artes.

¿Qué destacarías de tus experiencias internacionales en tu ámbito?

Destacaría mi primera estancia predoctoral, justo cuando estaba terminando la carrera en la Universidad de Stanford. Hasta el momento había tenido una formación en Psicología Social básica y allí me convencí de que era el ámbito al que me quería dedicar, trabajando entonces en mi proyecto de fin de máster. Me doctoré por la UNED y empecé a trabajar con un modelo teórico de Jacquelynne Eccles, una investigadora referente en este ámbito de la Universidad de Michigan, con quien realicé dos estancias posdoctorales. También realicé una estancia en la Universidad Técnica de Berlín como parte de mi formación para obtener mi doctorado. Todas estas estancias han aportado luz y solidez a mi trabajo y me permitieron aprender sobre la importancia de la investigación en diferentes ámbitos y cómo mejorar diferentes aspectos de la formación que tenía en ese momento.

Eres la investigadora principal del grupo de Género y TIC: ¿nos podrías explicar en qué consisten sus líneas de trabajo?

Principalmente tratamos de analizar la discriminación de género que existe en diferentes ámbitos de la vida, desde la infancia hasta la incorporación y el desarrollo de las mujeres al mercado laboral, así como las diferentes brechas ligadas al género que se producen en nuestro contexto y dentro del ámbito STEM. No nos circunscribimos solamente a estos ámbitos, sino que también tratamos de investigar otros campos complementarios para comprender por qué no hay más mujeres, como son las ciencias sociales y las humanidades, o ámbitos concretos como la filosofía. Y también estudiamos por qué no hay más hombres en ámbitos relacionados con las humanidades o las lenguas. Es decir, todas estas cuestiones que están muy relacionadas con el mayor interés que tienen los hombres por los ámbitos STEM.

¿Por qué se produce esa brecha de género en los intereses profesionales?

Fundamentalmente tiene que ver con la educación y el proceso de socialización. Desde la infancia, se nos educa y socializa de manera distinta para asumir unos roles diferenciados en función de si somos hombres o mujeres. Esta situación provoca que desde que somos pequeños y pequeñas tengamos unas expectativas distintas según seamos hombres o mujeres y aprendamos a valorar y a interesarnos por diferentes cuestiones. Uno de los ejemplos claros que fomentan esta socialización o asignación diferenciada de roles son los juguetes que se orientan a los niños y a las niñas. En campañas publicitarias como en las de Navidad se orienta a que a las niñas se les debe regalar juguetes relacionados con el cuidado de las personas, es decir, muñecas, carritos de coche, etc., que no tienen nada que ver con el interés por aspectos tecnológicos. Sin embargo, a los niños se les suele regalar juguetes que tienen más que ver con la creación, los aspectos manuales y la tecnología. Todo esto provoca que desde pequeños desarrollemos intereses diferenciados sobre unas determinadas actividades.

¿Y qué papel juega la educación en esta provocada desigualdad de roles?

Con un estudio longitudinal de un grupo de estudiantes durante seis años estamos comprobando que las chicas en la educación secundaria, a pesar de tener notas equiparables o incluso superiores a sus compañeros en materias que se han asociado tradicionalmente con el género masculino ‒como son las matemáticas, las ciencias o la tecnología‒ se infravaloran, es decir, piensan que son menos competentes en estas materias STEM de lo que realmente son según sus calificaciones. Asumen el estereotipo y lo reproducen a su vez. Los chicos también lo asumen: pese a tener notas peores en muchas de estas materias que sus compañeras, se creen mejores, se sobrevaloran. Es decir, existe una tendencia interesante de asunción del rol de género que vincula mayor competencia en ámbitos ligados a la ciencia y a la tecnología a los chicos.

¿Y la asunción de estos estereotipos qué consecuencias provoca en el mundo profesional?

Produce una consecuencia negativa sobre los intereses que desarrollan las chicas, que terminan desechando ámbitos vinculados a la ciencia y a la tecnología, porque creen que no son suficientemente competentes para desarrollarse profesionalmente en estos campos. También conlleva una consecuencia en el desempeño profesional. A pesar de que hay muy pocas mujeres en ingeniería, informática o electrónica, cuando ellas acceden a puestos de trabajo de estos ámbitos se les sigue cuestionando sus competencias tecnológicas de manera continuada, generándoles problemas en pleno desarrollo profesional.

¿La gravedad de la brecha de género afecta también a países de nuestro entorno?

Esta brecha de género no se circunscribe solo a nuestro contexto, de forma que se está estudiando desde distintas perspectivas y en diferentes países de nuestro entorno. Por ejemplo, en Alemania se viene produciendo en los últimos años una tendencia a la baja de la presencia e interés de las mujeres en ámbitos tecnológicos como la informática.

Sobre los proyectos de vuestro grupo de Género y TIC: ¿podrías explicarnos los dos que coordináis a escala europea?

Los dos proyectos de investigación europeos coordinados por el grupo, y que en concreto coordina mi compañero Jörg Muller, son GenPORT, un repositorio digital sobre estudios e información sobre todo tipo de recursos vinculados a la ciencia y el género, y Gender Diversity Impact (GEDII), un estudio sobre la diversidad de género de los grupos de investigación tecnológicos que tradicionalmente se han ligado a ámbitos masculinos como el transporte o a ámbitos con una fuerte presencia de mujeres como la biomedicina.

¿Nos podrías recomendar algún libro que analice la cuestión de género?

Os recomendaría dos: Gender Differences in Aspirations and Attainment. A Life Course Perspective, editado por Ingrid Schoon y Jacquelynne Eccles en 2014, y Género, ciencia y tecnologías de la información, dirigido en el mismo año por Cecilia Castaño y Juliet Webster, anteriores directoras de nuestro grupo de investigación. En esta publicación hemos participado diferentes integrantes de nuestro grupo.