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Entrevista con Adriana Ornellas y Carlos Casado
«Se puede aprender a programar antes de leer y escribir»

La Agenda Digital Europea ha alertado sobre el hecho de que más de 900.000 puestos de trabajo no podrán cubrirse en 2015 en Europa por falta de calificación en TIC. Aún así, a pesar de ser unos grandes consumidores de tecnología, son pocos los chicos y chicas de nuestro país que se atreven a estudiar Informática cuando llegan a la universidad. Inventa es un grupo de profesores de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación (EIMT) de la UOC que nació con el fin de acercar el mundo de la programación a los niños para desarrollar sus habilidades para formular y resolver problemas. Desde hace dos años, Inventa organiza muchas actividades en torno al Scratch, un lenguaje de programación libre desarrollado por el MIT Media Lab y diseñado especialmente para niños y niñas de 8 a 16 años. Los profesores Adriana Ornellas y Carlos Casado han explicado por qué surge Inventa y qué proyectos llevan a cabo.
¿Qué es Inventa?
Carlos Casado: Inventa surgió a partir de la iniciativa de algunos profesores de los Estudios como parte de la celebración del decimoquinto aniversario de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicaciones de la UOC, que tuvo lugar en el curso 2012-2013. El Scratch Day fue uno de los primeros proyectos que surgió y, como fue un éxito, nos animamos y continuamos. A partir de esta experiencia el grupo ha empezado a hacer cosas.
Adriana Ornellas: Queremos acercarnos a las escuelas y acercar la profesión informática y las carreras tecnológicas a los niños y las niñas, pero también al conjunto de la sociedad. Queremos mostrar que no es una profesión tan compleja y que programar no es tan complicado.
¿De verdad es tan fácil programar?
C. C.: La programación es fácil pero depende del nivel. Hay muchas situaciones cotidianas en las que programamos, como cuando tienes que grabar una película en DVD, programar la lavadora o el microondas. Son programas sencillos pero los hay más complejos. Programar es una actividad que hacemos continuamente sin darnos cuenta. Hay programas por todas partes. Porque en realidad un programa es un conjunto de instrucciones que tienen que seguirse en un orden. Aún así, nos cuesta pensar que la programación informática es fácil porque no se hace en un lenguaje natural y esto causa impresión. Es una abstracción que requiere un tipo de pensamiento y, como en todo, hay gente que tiene más facilidad para ello. Esto no quiere decir que no todo el mundo sea capaz de programar. Mejor o peor, todo el mundo puede.
¿A partir de cuándo podemos enseñar programación?
A. O.: Hay especialistas que aseguran que los niños y las niñas pueden aprender a programar antes de aprender a leer y a escribir. Si bien la primera versión de Scratch está pensada para niños y niñas de 7 años, porque es la edad en la que ya han adquirido la competencia de la lectoescritura, recientemente se ha lanzado una nueva versión para tabletas que va dirigida a niños y niñas de 3 años a 7 años. No se trata de aprender a escribir código, sino de trabajar las habilidades de resolución de problemas, de pensamiento lógico y abstracto.
¿Por qué tendría que aprenderse el lenguaje computacional?
C. C.: Obligarte a pensar cómo puede hacerse un programa ayuda a desarrollar una serie de competencias que hacen, por ejemplo, que los niños y niñas entiendan mejor las matemáticas y las trabajen con más gusto.
Vivimos en un mundo cada vez más tecnológico y conocer la tecnología desde sus bases es importante. La programación tendría que ser tan importante como las matemáticas o la escritura, aunque después quizás no te dediques a programar. No todos seremos matemáticos o escritores.
¿Y no basta con aprender a utilizar el Word y el Excel?
A. O.: Son misiones educativas de la informática diferentes. Una cosa es la competencia en el manejo técnico de los instrumentos informáticos y la otra es el pensamiento computacional. Programando desarrollamos la capacidad de resolver problemas y es diferente de utilizar programas de ofimática.
Ahora bien, los niños y niñas tendrían que dejar de ser meros consumidores de productos tecnológicos y pasar a ser productores de tecnología. Las experiencias vividas en los talleres de Scratch muestran que es más divertido crear los juegos que jugar con ellos. Los niños y niñas se empoderan cuando ven la posibilidad de hacer interactuar el mundo físico con la pantalla y que, mediante la pantalla, el robot ejecuta órdenes.
¿En qué consiste el curso Programación para todos con Scratch, que habéis impulsado con la colaboración del Campus por la Paz de la UOC?
C. C.: El curso empieza con una parte teórica que introduce a los participantes en el pensamiento computacional y en la utilización del Scratch dentro del aula. Explicamos la herramienta y obligamos a los participantes a trabajar, mandándoles hacer ejercicios. No es difícil de aprender y puedes hacerlo con facilidad por tu cuenta. Acabamos el curso enseñando cómo tiene que conectarse el Scratch con otros aparatos externos, como pequeños robots, que permiten a la persona interactuar con el ordenador y no directamente con el teclado. Como ejercicio final, pedimos a los alumnos, en la mayoría maestros, que hagan un proyecto didáctico con Scratch.
¿Qué posibilidades tiene el Scratch en las escuelas?
C. C.: Hay muchas aplicaciones. Por ejemplo, a los niños de cuarto de primaria, se les podría dar un mapa con las comarcas marcadas y pedirles que crearan un programa en el que, cuando se hiciera clic sobre una de las comarcas, apareciera el nombre de la comarca y su capital. Conseguiríamos que los niños hicieran un juego, programaran con Scratch y, a la vez, aprendieran las comarcas y sus capitales. Es un doble trabajo más divertido. También pueden hacerse historias y cuentos en la asignatura de Lengua, hacer simulaciones de ecosistemas o desarrollar un programa para resolver una ecuación de segundo grado. Al final quizás dedican a ello algo más de tiempo, pero aprenden más cosas y, además, se lo pasan bien.
A. O.: Hay que buscar los espacios en los currículums escolares. Introducir el Scratch dependerá de la cantidad de estudiantes y hay que adaptar las posibilidades de la herramienta a las posibilidades de los centros educativos y sus problemáticas. Tampoco se trata de introducir la programación en todas las asignaturas, ya que los niños se aburrirían. También es necesario que los profesores estén motivados y bien formados.
¿En qué otros entornos podemos encontrar iniciativas con Scratch?
A. O.: La Red de Bibliotecas de Cataluña, con la colaboración del programa Codeclubcat, la UOC y la UPC, promueven una red de clubes de programación de ordenadores en las bibliotecas. Esta iniciativa nació en Inglaterra y la hemos exportado aquí para acercar el pensamiento computacional a los niños y dar a conocer las carreras tecnológicas. Buscamos voluntarios para impartir talleres de Scratch a los niños, que preferentemente sean estudiantes o graduados en Informática, Multimedia y Telecomunicación. Pero estamos totalmente abiertos a la participación de cualquier persona con conocimientos altos de usuario de ordenadores e interés por la tecnología y su enseñanza. A partir de octubre, se crearán clubes de programación en todo el territorio catalán y la universidad formará a los voluntarios. Estos talleres de programación no están pensados como herramienta transversal al currículum escolar de los niños y niñas, sino que están enfocados a un uso más lúdico de la programación con Scratch y de la robótica.
¿Por qué hay pocas mujeres en los Estudios de Informática?
A. O.: Las causas todavía son difusas. Algunas apuntan a que, más que la falta, el problema es la calidad de la información que tienen los jóvenes sobre las carreras TIC. La percepción errónea del trabajo de los ingenieros TIC −muchas veces reforzada por los estereotipos presentados en las películas y series de televisión− influye en las decisiones de las chicas. Otros estudiosos relacionan el hecho con los roles de la sociedad. Faltan chicas en Informática del mismo modo que en las facultades de Magisterio o de Enfermería faltan chicos. En una entrevista reciente en La Vanguardia, por ejemplo, la decana de la Facultad de Informática de la UPC, Núria Castell, señalaba que en la década de los ochenta las mujeres representaban el 40 % del alumnado de Informática. Y sólo con el cambio de nombre de la titulación, en el 91, que pasó de llamarse licenciatura en Informática a llamarse Ingeniería Informática, las mujeres pasaron a ser el 18 % del alumnado.
¿Por qué los chicos y chicas usan mucho la tecnología y después no quieren estudiar carreras tecnológicas?
C. C.: Porque consideran que es muy complicado. Son usuarios diarios de la tecnología y la trabajan por encima, pero ven muy difícil ponerse en el rol de desarrolladores. No se ven capaces. La elección de los estudios se hace al final de primaria y a comienzos de secundaria, cuando empiezan a tener claro qué querrán hacer de mayores. Este es el momento más adecuado para explicarles qué es realmente la informática y le pierdan un poco de miedo. La fama que tienen las carreras técnicas es que son difíciles. La gente tiene un conocimiento sesgado de ellas. Se conoce la informática sólo desde el lado del usuario.
A.O.: Pienso que también puede haber un componente vocacional. Hace treinta años, a pesar de que la gente tenía menos información y conocimientos sobre tecnologías, había muchas matrículas en estos estudios. Pero hoy en día, cuando se supone que la informática está extendida en todos los ámbitos de nuestra vida, el interés ha bajado. Puede ser que en muchos casos no haya falta de información, sino que la vocación de los jóvenes no va por ahí.
Es importante dar a conocer a los niños y niñas los diferentes perfiles existentes las carreras informáticas, puesto que hay vertientes más creativas.
