«Sería una pena perder todo lo que hemos avanzado en salud digital durante la pandemia»

 Francesc Saigí

Para Francesc Saigí, la obligatoriedad de la telemedicina durante la pandemia ha servido para vencer muchas barreras y temores incluso entre los propios profesionales de la salud

09/12/2021
Jesús Méndez
Francesc Saigí, profesor e investigador de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC y director del Centro Colaborador de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en salud digital

 

Acaba de celebrarse la primera edición del ciclo The eHealth What if Forum, un evento organizado por el eHealth Center de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Las jornadas, pensadas con un carácter anual, planteaban en esta ocasión la pregunta: «¿Qué pasaría si la digitalización acelerada por la covid nos permitiera transformar los sistemas de salud?».

Hablamos sobre varios de los temas tratados, sobre las oportunidades, las barreras y los retos pendientes, así como sobre su trabajo en particular, con Francesc Saigí, profesor agregado de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC, director del Centro Colaborador de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en salud digital y coordinador de esta edición del ciclo.

¿Cuál era el propósito principal de este primer evento «What if»?

El formato «What if» permite preguntarse «qué pasaría si», que en el fondo es lo que hace cualquier pregunta de investigación. A raíz del confinamiento, junto con el distanciamiento social en respuesta a la covid, se dieron muchos avances en materia de salud digital y garantizó gran parte de la atención sanitaria de forma remota. Sin embargo, este cambio aún no se ha consolidado de forma definitiva, y ahora corremos el riesgo de perder esta oportunidad de redefinir y adoptar nuevos modelos digitales de atención de la salud. Y es en este escenario y con esta pregunta de investigación que se presentan estas jornadas «What if» del eHealth Center. Las jornadas buscaban valorar qué podemos aprovechar de lo que ha pasado para consolidar y mejorar unos servicios de salud que eran insostenibles antes de la pandemia.

¿Y cuál es su valoración global de las jornadas?

Muy positiva. Hemos conseguido aglutinar experiencias a través de expertos de Cataluña, España y distintos países de Latinoamérica. Esto nos ha permitido ver cómo nos estamos moviendo, reconociendo tanto lo positivo como las dificultades que nos hemos encontrado.

En general, ¿qué sería lo mejor y lo peor que ha sucedido, en su opinión, respecto a la salud digital durante la pandemia?

Lo mejor es que la obligatoriedad de la telemedicina ha servido para vencer muchas barreras y temores, incluso entre los propios profesionales de la salud. La mala noticia es que parte de estos cambios no se ha hecho de la forma oportuna, bien por la premura de la pandemia, bien por la disponibilidad de las herramientas. La telemedicina no se consolida si no va acompañada de los correspondientes cambios organizativos. Y, llegado el caso, se corre el riesgo de volver a la situación anterior a la pandemia porque los profesionales perciban la situación como excepcional. Lo que debemos hacer ahora es materializar esos cambios de una manera óptima.

Algo que se repitió durante las sesiones es el error de considerar la salud digital únicamente como una forma de teleconsulta y de digitalización de documentos.

Esto es porque, a raíz del confinamiento ocasionado por la pandemia, la teleconsulta, junto con la digitalización de los documentos, ha proporcionado la única opción de prestar atención sanitaria. No obstante, la salud digital es toda una nueva forma de trabajar usando las tecnologías. Implica también otras herramientas como los datos masivos, para trabajar con grandes conjuntos de datos; la inteligencia artificial, para predecir, detectar y conectar con otras tecnologías, y los wearables, que permiten al paciente cuidarse mejor y al profesional obtener información y hacer un mejor seguimiento a distancia. La salud digital es un concepto mucho más amplio.

¿Cuáles son los principales retos para llevar a cabo esa transformación?

¿En el momento actual? Sin duda, los cambios organizativos y la gestión del cambio. Los profesionales deben acostumbrarse a esta nueva realidad impuesta a raíz de la covid, y para ello su agenda debería ser más racional. También debemos educar a los pacientes en el uso de estas tecnologías. Este es un buen momento porque gracias a la pandemia se han acercado a ellas y han visto que les pueden servir. Ahora toca consolidar los cambios necesarios para agilizar los servicios y ajustar la presencialidad a las situaciones en que sea necesaria.

Una de las preguntas recurrentes al hilo de esto último es si la salud digital puede conducir a una deshumanización de la medicina.

Sí, existe ese temor, pero es al contrario: bien utilizada, la tecnología puede optimizar el sistema y ofrecer más tiempo presencial a quien realmente más lo necesita. Incluso hay situaciones en que la telemedicina en sí puede funcionar muy bien, como en el caso de la salud mental. El hecho de tener la consulta a un solo clic evita posibles situaciones de vergüenza o estigma que a veces se dan con la presencialidad.

Usted es, además de profesor de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC, director del Centro Colaborador de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en salud digital. ¿Qué función tiene este organismo?

Nosotros llevábamos tiempo colaborando con la Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS) y, a partir de la evaluación de nuestro trabajo, pasamos a ser Centro Colaborador de la OMS en salud digital con los siguientes objetivos: capacitar y difundir conocimiento en telemedicina, promover el uso de la salud electrónica y estudiar la adopción del uso de la salud móvil. Aunque nuestros objetivos están muy relacionados con América Latina, trabajamos tanto para América Latina con la OPS como para Europa con la OMS.

¿Qué particularidades tienen los países de América Latina?

Son países muy grandes con una centralización muy acusada de los servicios en grandes ciudades, que, si incluimos las características accidentales del terreno, dificulta enormemente el acceso a la atención sanitaria en las zonas rurales. Además, están muy fragmentados tecnológicamente, lo que hace difícil la compartición de datos. La falta de especialistas podría ser otra barrera que caracteriza gran parte de estos países. Es por todo esto por lo que la telemedicina contribuye a la accesibilidad y equidad de los servicios de salud en estos países.

Usted también es director de la Red Iberoamericana de Tecnologías Móviles en Salud (RITMOS). ¿En qué consiste?

RITMOS es un proyecto liderado por la UOC y financiado por el Programa Iberoamericano de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo de CYTED. Esta red aglutina 22 equipos de investigación en 11 países, además de la participación de entidades supranacionales como la OPS/OMS y Médicos Sin Fronteras. Su objetivo es trabajar en pro de la salud móvil y aprovecharla para mejorar los servicios de salud junto con el contacto entre pacientes y médicos en América Latina, aprovechando la gran penetración de la telefonía móvil en la región.

En la última sesión de las jornadas «What if» se presentaron precisamente los resultados de un informe reciente sobre el uso de la telemedicina en esas regiones. ¿Cuáles son las principales conclusiones?

Sí, es un proyecto que ganamos a partir de una convocatoria del Banco Interamericano de Desarrollo. El objetivo era estudiar la posibilidad de desarrollar telemedicina internacional entre distintos países de Latinoamérica, lo cual serviría para solventar carencias locales y aumentar los servicios disponibles. Entre los resultados del estudio encontramos que la pandemia ha sido un catalizador importante de la telemedicina, tanto nacional como internacional, y que la viabilidad de la telemedicina internacional está condicionada por la telemedicina a escala nacional. Descubrimos también una relación positiva entre el uso de la telemedicina internacional y la productividad y eficiencia de los profesionales, así como con los retornos para los sistemas de salud. Y finalmente, a pesar de estos beneficios, tan solo un 17 % de los médicos de la muestra de nuestro estudio la utilizan, y apenas un 20 % están dispuestos a utilizarla. Las conclusiones son que se trata de una opción viable, pero para ello hay que derribar muchas barreras, tanto jurídico-legales como tecnológicas. Se necesita además una mayor gobernanza, con un organismo supranacional que promueva el diálogo entre todos los países. Hay mucho trabajo por hacer.

Por último, ¿cuál es su visión global de las jornadas «What if» y de su futuro en próximas ediciones?

Creo que son un evento necesario, porque permiten hacer una parada en el tiempo para ver dónde estás y hacia dónde ir. Y hacerlo con otros colegas posibilita aprender los unos de los otros. En el futuro creo que irá en la dirección de nuestra actividad académica y científica. Nosotros seguiremos investigando y aportando valor para el avance de la salud digital. Como no lo vamos a hacer solos, será una oportunidad para compartir lo que hemos hecho y pensar juntos hacia dónde queremos avanzar.